Opinión
Seguridad, una necesidad básica en tiempos de crisis
En una situación económica adversa la picaresca se agudiza y el volumen de código malicioso distribuido suele incrementarse de forma considerable. No olvidemos que el cibercrimen es un negocio muy rentable y que goza de cierta impunidad .
Nadie escapa de la crisis, da igual el tamaño de la empresa o el sector en el que se mueva. Como medida de ahorro, muchas organizaciones están posponiendo o recortando las inversiones que no se consideran estrictamente necesarias para la compañía. El problema surge cuando se realiza un mal planteamiento de la inversión y se recorta presupuesto dirigido a aspectos fundamentales para el desarrollo del negocio.
Lamentablemente, estos errores de gestión son comunes en el área de tecnología de las empresas y, a menudo, derivan en fallos en la seguridad. Es aquí donde los delincuentes encuentran resquicios para colarse en los sistemas y llevar a cabo sus actividades delictivas. Sin embargo, parece que los mensajes reiterativos que las empresas de seguridad han estado lanzando durante todo este tiempo no han caído en saco roto y que los directivos y empresarios han empezado a escuchar sus consejos.
A pesar de que las reducciones de la inversión en TI es algo inminente en las empresas, parece que las áreas de seguridad seguirán recibiendo dinero. De igual modo, el estudio 'Perspectivas del mercado de la Seguridad de la Información en España: 2008-2012', publicado este mismo mes por la consultora TB Security, predice un crecimiento del 13 por ciento anual para el segmento de la seguridad. Las razones para este aumento, según la consultora, son “la dependencia cada vez mayor de la tecnología frente a un fuerte aumento de las amenazas y vulnerabilidades procedentes de todo el mundo”.
Por otro lado, los ataques informáticos han seguido su tendencia ascendente. Empresas, redes sociales, teléfonos móviles…todo parece ser el blanco perfecto de los cibercriminales, y éstos se aprovechan de la situación económica para lanzar nuevos ataques cada vez más sofisticados. De hecho, buscan nuevas formas de aprovechar las debilidades causadas por la crisis. Claro ejemplo es el espionaje industrial que cuyo uso se ha vuelto más popular en la actual situación financiera.
A finales de marzo de este año se supo que alrededor de 1.200 ordenadores de Gobiernos y ONGs estaban infectados con troyanos con la intención de obtener información política. Asimismo, un reciente estudio publicado por la Universidad de West Lafayette, en Estados Unidos, evaluó los resultados aportados por 800 directores técnicos de empresas de varios países europeos, americanos y asiáticos. Estas empresas reconocieron haber perdido propiedad intelectual por un valor de 4.600 millones dólares. Para corregir los daños causados por agujeros de seguridad necesitaron alrededor de 600 millones de dólares. Estas cifras no se limitan solo a multinacionales. De hecho, la mayoría de las empresas afectadas eran de tamaño medio y perdieron entre 50 y 250 millones de euros a causa de los ataques informáticos.
El cibercrimen siempre ha estado presente en nuestra sociedad y lo seguirá estando, ya que también evoluciona con el tiempo: nuevos métodos de distribución, nuevos sistemas de ocultamiento, etc… Además, en tiempos de crisis la picaresca (por así llamarlo), se agudiza y el volumen de código malicioso distribuido suele incrementarse de forma considerable. No olvidemos que el cibercrimen es un negocio muy rentable, lucrativo y que goza de cierta impunidad debido principalmente a la vía que utiliza para su difusión: Internet.
Teniendo en cuenta los resultados y los datos que nos proporcionan diversas consultoras e incluso empresas del sector, no es de extrañar que la seguridad, ante el aumento del cibercrimen, se haya convertido en una necesidad, haciendo de este mercado uno de los más estables (o al menos uno en el que la crisis no repercute demasiado). Afortunadamente, las empresas y los usuarios particulares son cada vez más conscientes de la necesidad de proteger la información, sus datos, su identidad, su privacidad y así, las medidas que adoptan son más profesionales.
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